María Delia Ramos, Coordinadora de la Corona de Estrellas, en la zona de San Martín, nos comentó el inicio de su trabajo evangelizador a través de la Corona de Estrella.
Tenía en esos momentos unos cuatro años de escuchar la programación de Radio María, y en un momento hicieron una invitación a ser Coordinadoras de la Corona de Estrellas. Escuché atentamente la invitación y luego, me dije a mi misma, cómo voy hacer con mi enfermedad de dolor de rodillas. Luego mi hija me alentó diciéndome que podía ser Coordinadora pero con las personas cercanas a mi casa, para que no caminara mucho.
Entonces yo medité y dije, bueno que sea Dios y mamita María que me ayuden, y fue así que me quedé con mi grupo que vive cerca de mi casa.
A pesar que me cuesta salir de la casa por mi enfermedad, tengo casi dos Coronas de Estrellas y así voy ayudando a la Virgencita con mi poquito. Gracias a la intercesión de María, todos en mi familia están bien de salud y sé que no estoy sola, que Dios me acompaña y mi Madre” concluyó con alegría María Ramos.
San Romero salvó mi matrimonio
“Mi compañero de vida no quería casarse”, comenzó contando su testimonio la hermana María Delia Ramos. “Bastantes personas nos decían que nos casáramos, pero él decía que no había nacido para eso.”
“Llegó a un punto que ya no le decía nada a mi compañero de vida, porque para mí, era una decisión de él y yo esperaba que él me dijera cuándo era el momento de casarnos.
Yo me quedaba pensando mucho en mi problema. Y en una ocasión, recordé que Monseñor Romero tenía cerca de dos años de haber fallecido y le comencé a pedir diciéndole, Monseñor quiero tu intercesión para que se llegue ese momento que nos podamos casar.
Llegaban muchos hermanos a nuestra casa aconsejandonos para que nos casáramos, pero luego que ellos se iban, yo me retiraba de inmediato a mi cuarto a pedir a la Virgen y a Monseñor Romero que intercedan para poder tener el sacramento.
Recuerdo aquel momento que sucedió lo que yo tanto pedía. Un día domingo llegó una catequista de Veracruz (San Vicente) y un señor que se llamaba Lucio Guillen y hablaron con Narcizo, así se llamaba mi esposo (quien ya partió a la casa del padre).
Él estaba con una actitud muy negativa en su rostro, entonces me llené de tristeza y me fui de prisa a mi habitación, me puse de rodillas rogándole a Dios. A lo lejos alcancé a escuchar, desde mi habitación, que Narcizo explicaba los motivos por los que no quería casarse, y ellos le explicaron que esos motivos no son importantes y que no tuviera pena. Yo no dejaba de orar, pero luego de un rato de silencio él dijo ¡lo voy hacer! En ese momento sentí una enorme alegría, y luego me llamaron y los hermanos me contaron llenos de alegría la decisión de mi futuro esposo y yo respondí, con lágrimas en los ojos que sí, aceptaba ser su esposa en el santo matrimonio
En mi interior sentía una enorme alegría que no puedo explicar esa paz. Luego me retiré a mi habitación y comencé a dar gracias a Dios y a la intercesión de Monseñor Romero por el milagro de mi matrimonio”, finalizó el relato María Ramos, con una gran sonrisa llena de gratitud con el milagro obtenido.