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Una familia que pesca para la Virgen en la Isla Tasajera

Cada día, en las ondas del 107.3 FM de Radio María El Salvador, se vive un milagro que no se mide en prodigios celestiales, sino en generosidad humana. Se trata del milagro cotidiano de la Divina Providencia, que se manifiesta cuando los oyentes llaman para aportar con lo que pueden, sosteniendo así la misión evangelizadora de la emisora.

Desde tempranas horas, el equipo de recaudadores encienden los motores y se movilizan por todo el país: recorren ciudades, zonas rurales, montañas y costas. La distancia, el calor o las condiciones del terreno no son obstáculos para ellos, sino parte de un camino que se transita con fe.

Uno de estos sembradores de esperanza es Arístides Hernández, encargado de visitar las zonas de San Salvador norte y el departamento de La Paz. Su labor no se limita a recoger ofrendas; también escucha, acompaña y ora con cada Coordinador y Donante, sembrando el espíritu de comunidad que caracteriza a Radio María.

A mediados del mes de mayo, mientras avanzaba la Mariathon, la campaña más grande de recaudación del año, Arístides recibió una petición muy especial. La Coordinadora María Susana Hernández de Flores, desde el Caserío La Colorada, en la Isla Tasajera, solicitó la transmisión del rezo del Santo Rosario desde su comunidad, junto a los fieles que mes a mes colaboran con la emisora.

Aunque María Susana se encuentra delicada de salud y no puede salir de su casa, su esposo Luis Alonso Flores ha asumido con amor la misión de visitar a sus vecinos y recolectar la Corona de Estrellas.

Luis recorre los senderos del caserío con paso firme y corazón abierto. Una vez recogida la ofrenda, se comunica con Arístides: “Hermano, ya puede pasar a La Puntilla”, le dice. Ese es su punto de encuentro. Desde allí, cruzan 10 kilómetros en lancha hasta tierra firme. Luis nos cuenta que gasta alrededor de cinco dólares en el recorrido, que aprovecha también para hacer los mandados del hogar.

Su vida gira en torno al mar, a la pesca, y a la Virgen. Pescan para alimentar a su familia y también “pescan para la Virgen”, como dicen con ternura. Su compromiso con la emisora, su fe en Jesús y María y su sentido de empatía los convierten en un testimonio vivo de amor y entrega cristiana.

En la sencillez de su vida, en la generosidad de sus gestos y en la devoción que transmiten a su comunidad, Luis y María Susana nos enseñan que la Divina Providencia no es una idea abstracta, sino un milagro que se construye con manos humanas y corazones dispuestos.